Es una lámpara que aúna un estudio óptico patentado y la belleza del cristal trabajado a mano.
Un cuerpo transparente sostiene un disco metálico orientable.
El cuerpo se forma con un gesto único, una técnica tradicional que introduce una burbuja de aire dentro del cristal. La completa transparencia del material, que alberga el soplo del maestro vidriero, evidencia su grosor en cada parte: considerable en la parte superior; más fino en los costados, donde se estira.
Esta forma poética y evocadora también define ópticamente la capacidad de controlar y mover la luz sobre un plano.
Una lente situada en la base dirige la totalidad de la emisión hacia arriba, controlándola con la precisión necesaria para que el disco pueda reflejarla en función de su inclinación.
La geometría del cristal brinda una amplia libertad de movimiento del reflector superior, fijado con una esfera magnética.
El cristal, atravesado por el haz de luz, se ve animado por los reflejos, sin mermar en lo más mínimo la eficiencia del sistema óptico.